
             
Cuando
te
recuerdo,
madre...sonrío
porque
fue para
ti, mi
primera
sonrisa,
que
aquellos,
mis ojos
con
tierna
vida
miraban
los
tuyos
que una
vez
fueron
sombríos
y al
mirarme,
tu
ternura
afloró
como un
río,
desbordando
en tu
semblante
la
alegría.

Mientras
me
arrullabas,
tus
labios
no
sellaban,
planeabas
mi
futuro,
me
cantabas
y una
que otra
lágrima
lucía en
tus
mejillas,
mas no
de
tristeza,
tal vez
agradecida
por
lograr
anhelos
que
frustraban
tu
juventud,
pero
yo... te
tenía
pedida.

Fue para
mí, tu
sonrisa,
luna
eterna,
tus
ojos,
jamás
olvido,
cuando
mojabas
mi
vientre
con tu
hermosa
cabellera,
no había
oscuridad
a que
temiera,
tu eras
mi luz,
eras un
cirio
encendido,
en medio
de las
tinieblas.

Aquella
sonrisa,
madre,
fue una
señal,
me dijo
muchas
cosas,
entre
ellas
que un
día, en
mi
soledad,
quizás
por
vejez o
enfermedad,
te iba a
pensar y
vendrías
a mi
serena,
con tu
ternura
y
dispuesta
a
hacerme
volver a
nacer y
a
disfrutar
de un
recuerdo,
tu
sonrisa...
tu
sonrisa
eterna.
             


             

             

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