Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

 

 



Con el pelo rizado,
suelto a los vientos,
con sus pies descalzos
corre hacia el río.



Desnuda su cuerpo
erguido su pecho,
como mar bravío
extiende sus brazos,
respira profundo
sonríe a los cielos.



Tras el verde follaje
extasiado el contempla,
aquella hermosa ninfa
con la piel morena
y fresca sonrisa.



Ella revuelve su cabello,
ondea sus caderas,
se tiende a la orilla
que adornan las piedras.
Ríe de las nubes
que corren aprisa,
tejiendo los tules
que visten la niña.




Cubren su hermosura,
celosas de él,
como si esa figura
de igual a ninguna...
no fuera de mujer.




Ajusta su saya
corre a la pradera,
erguidas montañas
recogen el eco
de un bello solfeo,
desde su garganta.



Una gran orquesta,
sale de la nada,
su voz melodiosa
el aire reclama.




Preso entre las sombras,
sin un pensar siquiera
de algo que ofendiera,
a un capullo que brota
de un surco de su tierra.




Era una virgen pura,
jíbara su alma,                     
era una bella estampa
de una tierra cual ninguna,
la que viste de luna.
¡Mi tierra Borincana!





Del Libro Reflejos... (1985)
Carmen Flores