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Mi piel huele a flores añejas,
anhelando nuevas primaveras
mi alma aún guarda las hogueras,
y cenizas que resisten llamaradas.
Mi corazón que aún recibe balas
y las heridas permanecen abiertas
sólo hay una sonrisa que revela
que un día esta piel fue muy lozana.

Por una huida, por desamor o por engaño,
tu sombra en la oscuridad desaparece,
dejando entre las flores algún rastro
que sólo yo percibo y reverdecen
ante mí y frente al sol que resplandece,
con señales de luz para mis años.

Mi piel no tiene años,
huele a rocío en la mañana
cuando reapareces a mi lado,
cuando miro mi sábana arrugada
y tu olor en mi almohada,
vuelvo a sentirme que aún alcanzo
esa luna que alumbra marejadas.

La edad de mi piel no se juzga
será lo que sienta, no como luzca,
eternamente como una rosa,
enamorada del sol, que mira airosa,
no contará los años, será tan pura
como el nuevo amor que la sonroja.

Carmen Flores

 

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