¿Te das cuenta,
mujer sencilla, que tu gesto endurece que
tu cuerpo no crece, ante el correr de
la vida, que en lugar de vivir,
adormeces?
Sin embargo yo, vuelo
hasta lo alto, me detengo a
mirar, convierto el cielo en mar, y
comienzo navegando desnuda... mi viaje
astral.
Me enaltezco, no como
mujer, esa que llora a escondidas, como
eres tú, un ser que cada amanecer para
ti... es cualquier día.
Un amanecer en mis
letras, va pintado en azul, yo recibo su
luz que recorre mis venas, inyectando
juventud.
Oye, cambia tu
proceder, haz como yo, soy brava, yo me
enfrento al hombre infiel, le digo mil
palabras y al infierno voy con él.
Contempla tus ojos al
espejo, sin vida, sin colores, ya tus
manos en pellejos, se deslucen, cual las
flores... son tiradas del florero.
Yo soy poeta y tildo de
sincera, tú eres nada, no presumes, yo amo
siempre y aspiro el perfume de aquel que a
las carreras... huyó sin dejar
lumbre.
¡Qué contraste entre las
dos! tú, sentada, pensativa, yo, altiva y
presumida. Soy inclemente ante el
dolor, mientras tú lo lloras
retorcida.
Yo, despliego mi
numen entre los versos que fluyen, le
cuento a todos mi odisea entre amores que
golpean y aquellos que en dos alma se
funden.
Yo, me revuelco en las
cenizas de los amores muertos, los traigo
de nuevo a mi lecho, doy a la luna
envidia... porque entre sus soles
duermo.
Soy poeta, tengo
libertad, de hacer vidas a mi antojo, tú
eres mujer y morirás entre llantos y nunca
tendrás lo que yo... Soy una puerta sin
cerrojo...
Carmen Flores
Marzo / 2008
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